domingo, 30 de enero de 2011

BITS, JUVENTUD, LIBERTAD E ISLAM.

Dice con razón el refranero “no hay quien le ponga puertas al campo”. Internet se creó para que la información circulase. Eso parecen olvidarlo muchos, bien sean viejos músicos con pensiones millonarias o dictadores norteafricanos antediluvianos.

Hubo quien vaticinó (no sin cierta base) que Europa sería incruentamente conquistada por la incontenible presión demográfica de los seguidores de Mahoma. Debió decirlo muy ufano pensando que esos nuevos sometidos (pues eso significa musulmán: el que se somete) estarían conformes con jugar un papel de meros peones mudos e ignorantes que mantendrían a sus dictadores en el poder.

Pero ahora resulta que un teclado puede ser el clarín digital que llame a la rebelión. Las naciones del norte de África son apabullantemente jóvenes, y muchos de esos jóvenes han podido beber de la fuente global de libertad que es la Red.

Ahora los gobernantes empiezan a darse cuenta de que la sombra de la guadaña se aproxima a la velocidad de las conexiones de banda ancha. Los de aquí descubrirán que permitir cerrar webs por la cara o capar IPs puede salirles caro (amén de ser medidas inútiles). Los de allí puede que paguen con su cuello los años de opresión.

Internet, que paradójicamente nació como proyecto militar de una democracia embarcada en la represión de revoluciones, puede haber servido ahora para esparcir un virus potentísimo y muy persistente: la sed de libertad y democracia. Ojalá contagie a todas esas naciones que tanto lo precisan sin extirparles al mismo tiempo su propia personalidad con la homogeinización global ni haciéndoles víctimas de otra plaga: el islamismo radical.

Este detalle tiene que tener muy nerviosos a todos los políticos: los dictadores de allí y los autoritarios de aquí. Ninguno de ellos entiende Internet. Seguro que ya están poniéndose a la tarea de cortarle las alas, no vaya a ser que la cosa se escape de su control y al final sea el pueblo el que gobierne.

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